Huellas ocultas de la minería romana en el valle de Quiroga

CARLOS RUEDA / FRANCISCO ALBO MONFORTE / LA VOZ

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Los llamados molinos de impacto son uno de los vestigios menos conocidos de las antiguas minas de oro

19 feb 2019 . Actualizado a las 16:06 h.

Las huellas de la minería romana constituyen una de las grandes bazas del geoparque que proyectan crear los municipios de Quiroga, Folgoso do Courel y Ribas de Sil. El túnel de Montefurado -en Quiroga- y las minas de A Toca y Millares -en O Courel- se cuentan entre las más visibles y conocidas. Pero hay otras mucho menos evidentes y prácticamente desconocidas, como son los llamados molinos de impacto, unas singulares piezas arqueológicas que el Ayuntamiento de Ribas de Sil tiene previsto incluir en un futuro museo sobre la minería romana.

Los molinos de impacto consisten en unos grandes bloques de piedra -en forma de prisma rectangular o paralelepípedo- en los que se labraban unos huecos o cazoletas que los obreros usaban como morteros para machacar con grandes mazas las rocas arrancadas en las explotaciones auríferas. Una vez rotas en pedazos pequeños, las piedras eran trituradas en molinos de mano hasta ser convertidas en un polvo fino que posteriormente era lavado o bateado en canales y piletas con el fin de extraer el oro por decantación.

Trabajo simultáneo

Como cada uno de estos bloques de piedra tenía varias cazoletas, podían ser utilizados por varios obreros al mismo tiempo. Los arqueólogos apuntan que los molinos de impacto también pudieron usarse para lavar los concentrados -una vez convertida la piedra en polvo por los molinos de mano-, aprovechando la disposición en cascada de las cazoletas en el plano horizontal. Inclinando la piedra se conseguía regular la pendiente y el flujo del agua y así separar el oro de los estériles. El uso de estos molinos de impacto era continuo y su desgaste era muy rápido, por lo que las cazoletas alcanzaban pronto una profundidad excesiva y perdían eficacia. Esto obligaba a menudo a utilizar todas las caras de la piedra hasta agotarla.

En Ribas de Sil se conoce la existencia de varios molinos de este tipo. Dos de ellos forman parte de uno de los muros de un viejo edificio que sirvió como dependencia del desaparecido monasterio de San Clodio de Ribas de Sil, situado en el entorno de la iglesia del mismo nombre, en las afueras de la capital municipal. Debido a su forma regular y su tamaño -de en torno a un metro de longitud y más de cien kilos de peso-, no era raro que fuesen reaprovechados como materiales de construcción en épocas muy posteriores.

Posible procedencia

El origen exacto de estas piedras se desconoce, pero se puede suponer que proceden de alguna de las explotaciones mineras que existieron en la época romana en el actual territorio de Ribas de Sil. Dentro del término municipal se conocen cinco minas a cielo abierto -en los lugares de O Covallón, Os Cófaros, Burato do Lobo, O Vogo y A Escrita- y los molinos de impacto pueden proceder de cualquiera de ellas. La mina de O Covallón ya fue señalizada hace tiempo para facilitar las visitas turísticas y en fechas recientes se realizaron trabajos de acondicionamiento en los caminos de acceso. El Ayuntamiento de Ribas de Sil planea habilitar una serie de rutas específicas para visitar estos lugares, dentro del mencionado proyecto de creación del geoparque.

Si en otros territorios mineros del período romano se fabricaron molinos de impacto con bloques de granito -un material más adecuado por su mayor facilidad de tallado y la homogeneidad del mineral-, en Ribas de Sil se empleó exclusivamente la cuarcita, mucho más fácil de conseguir, ya que procedía de las mismas explotaciones mineras. En este territorio, en cambio, el granito no es una roca nativa.

 

iglesia de san clodio

Se halla a unos cuatrocientos metros de la estación ferroviaria local, junto a la carretera que lleva a San Pedro, Soutordei y Piñeira

mina de o covallón

Hay que salir de San Clodio por

la carretera que lleva al Alto da Moá y Castro Caldelas. En el kilómetro 2 hay que desviarse a la izquierda por un vial asfaltado hacia Lousadela, que está a unos cinco kilómetros. De esta aldea parte una pista que lleva a la antigua mina, situada a 2,2 kilómetros