Las primeras excursiones despiertan a Pontevedra del letargo turístico

Nieves D. Amil
nieves d. amil PONTEVEDRA / LA VOZ

VIAJES

CAPOTILLO

Los visitantes, felices: «Llevábamos año y medio esperando para venir a Galicia»

03 jun 2021 . Actualizado a las 20:17 h.

Medio centenar de personas se agolpan en el atrio de A Peregrina. Esperan para poder entrar en el santuario de Pontevedra. Pantalones cortos, viseras y mucha alegría es la imagen que dejan con un golpe de vista. Esa sensación de felicidad que transmiten los corrillos se confirma pronto. «Llevábamos más de un año y medio esperando para venir a Galicia. Estamos encantados de viajar, ya nos da igual a dónde y cómo, si en barco, autobús o avión», señalan casi al unísono un grupo de amigas de Jerez de la Frontera. Es una de las primeras grandes excursiones que llegan a Pontevedra después de meses de confinamiento.

Este medio centenar de turistas tenían que haber hecho este viaje en marzo del 2019, tenían previsto salir dos días después de que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, decretase el estado de alarma y el confinamiento de la población. Ellos aparcaron ahí sus ganas de viajar y las retomaron este sábado cuando se subieron a un autobús en Jerez de la Frontera y 15 horas después llegaron a Galicia. Ni siquiera el cansancio empañó su primera salida.

Cerca de este grupo de andaluces, otras tantas familias de Cuenca visitaban la Pontevedra más religiosa. Formaban parte del colectivo Acción Católica y visitaron el Santuario de las Apariciones y Santa María la Mayor antes de seguir su camino a Santiago. «Esto es precioso, es el primer viaje que hacemos desde el inicio de la pandemia. Aquí sois más estrictos con las restricciones», explica la portavoz del grupo católico antes de subirse al autobús que las llevaría a la capital gallega. Este tímido despertar del letargo turístico que supuso el covid lleva implícito una readaptación del sector para dar a los visitantes la confianza que la pandemia le ha hecho perder. «La gente pregunta mucho ahora como son las comidas en los restaurantes, el destino tiene menos importancia, ahora priman las medidas sanitarias», explica Raimundo Calviño, del departamento de grupos de Serviaxes Marín, quien reconoce que cuando hace 15 días tuvo la primera salida con un grupo, los nervios fueron como los de cuando empezó: «La noche anterior no dormí y cuando me subí al autobús me temblaban las piernas. Al ver como la gente iba subiendo y te saludaba, la emoción fue impresionante, te caían las lágrimas».

Y es que asegura que ha sido un año «demasiado duro en el que muchos amigos se han quedado en el camino y otros arruinados». En su caso ha vuelto, pero como el resto, con la seguridad sanitaria como prioridad para él y sus clientes. Los autocares no completan sus plazas para que puedan ir con cierta comodidad, deben echarse gel al subir, limpian los asientos cada vez que los turistas se bajan y una máquina de ozono sanea el vehículo mientras están recorriendo la ciudad. Son unas medidas que Raimundo Calviño ha implantado para ganar la confianza y volver cuanto antes a los números del 2018.

La vacunación, determinante

Este primero de junio fue sin duda el de la vuelta a la actividad turística y una inyección para los negocios de la zona, donde se calcula que cada visitante gasta una media de cien euros al día, incluido el hospedaje. La vacunación fue el último empujón que necesitaron muchos para volver a viajar. Desde Viajes Interrías, que trabaja con las agencias, reconocen que «empezamos a notar una mejoría en el mercado, pero en este momento, sobre todo, la notamos en la demanda de información por parte del cliente».

En la Alameda, el guía turístico, Davi Rial, esperaba ayer a primera hora a un grupo de visitantes para enseñarles la zona monumental. Era su primer día en la capital del Lérez porque habitualmente el trabajo lo tiene centralizado en Santiago. «Empieza a haber ya contrataciones», explica junto a Rocío Bobillo, una gaditana que pasa unos días en Galicia. «Soy oficial de la Marina mercante y estuve todo este tiempo en el barco, fue como un doble confinamiento, ya tenía ganas de viajar», explicaba antes de comenzar una ruta por la ciudad del Lérez, como otro centenar de personas que ayer descubrieron la capital de las Rías Baixas.