Son algunas de las visitas recomendadas para disfrutar de la historia y de los bellos paisajes de la zona occidental del Principado
03 sep 2020 . Actualizado a las 11:37 h.El occidente de Asturias, quizá más desconocido y tranquilo que el oriente, tiene innumerables atractivos que merecen una visita. Estos son solo cinco de esos lugares excepcionales que siempre aparecen en las recomendaciones turísticas de la Asturias occidental.
1. Monasterio de Obona (Tineo)
No está lo conservado que debería, pero es un lugar que merece la pena visitar por su increíble historia. Una historia que encima no está clara puesto que, al parecer, el Monasterio de Santa María La Real de Obona fue fundado en el año 780, o al menos eso decía un discutido documento cuyo original encima desapareció en el siglo XVII. Sea como fuere, Obona fue centro cultural y económico de primer orden. La iglesia tiene tres naves y, en su interior, destaca una talla románica del Cristo de Obona. Las dependencias y el claustro no llegaron a terminarse y, en este lugar, se encontró la referencia más antigua -que haya trascendido- a la sidra: un documento de la época que hacía constar que los siervos deberían recibir sicere si potest ese (sidra si fuera posible).
El monasterio, en cuyas aulas los monjes impartían latín, filosofía y teología, también fue importante en la ruta Jacobea, prestando auxilio a los peregrinos. Consta, de hecho, que el rey Alfonso IX despachaba y firmaba documentos en el monasterio de Obona. Obona viene de agua buena, en referencia al valle, y a la de la fuente del Matoxo, cuyas aguas son excelentes y se encuentra en las inmediaciones del monasterio, que también era un lugar de descanso para Benito Jerónimo Feijoo Montenegro. El padre Feijoo, como se conoce a este destacado erudito y ensayista de la primera Ilustración española, decía que era ciudadano libre de la república de las letras y fue autor de modernos discursos (de discurrir) con los que pretendía luchar contra las arraigadas supersticiones de la época. En la web del Ayuntamiento de Tineo se indica que, para visitar el monasterio, se pueden pedir llaves en los bares del pueblo de Obona.
2. El pueblo de Argul (Pesoz)
Esta aldea, declarada Bien de Interés Cultural por el Principado de Asturias en 2004, es un asentamiento medieval situado a tan solo cinco kilómetros de Pesoz, en una ladera de la margen izquierda del río Agüeira. Su singularidad radica en que las edificaciones del pueblo se apoyan en la roca, formándose galerías, túneles y altos corredores para el paso de personas y ganado.
El Ayuntamiento de Pesoz señala que hay varias edificaciones destacadas que no se pueden dejar de visitar si se acude a Argul. La casa de Vilar es, pese a su estado ruinoso, un singular conjunto arquitectónico que, en su parte baja, tiene un camino de servidumbre que cruza de norte a sur el edificio a lo largo de 20 metros de longitud. Por supuesto, uno de los muros de este túnel es la propia roca. Otra de las casas que merece la pena visitar es la del escultor barroco Juan Alonso Vilabrille y Ron, que además se encuentra en buen estado de conservación, o la de de Bastián por su original corredor y la de Cangas, con una magnífica torre.
La Casa del Escultor, que es en la que nació Vilabrille que, con solo 23 años en 1663, viajó a la corte madrileña de Felipe V para ejercer su profesión y formó parte de uno de los talleres más importantes de España, el del vallisoletatono Pedro Alonso de los Ríos.
También hay una pequeña capilla erigida sobre la propia roca en el centro del pueblo. Las casas, es el occidente, están construirías en pizarra y cuarcita, conformando un hermoso paisaje que se integra con los colores del marco natural en el que se enclava Argul. La aldea está prácticamente deshabitada pese al encanto de sus veiriles, que es como se denominan en fila sus túneles subterráneos.
3. El Mirador de San Esteban de los Buitres (Illano)
En Asturias abundan las panorámicas inabarcables y la del Mirador de San Esteban de los Buitres es una de ellas. Tras pasar el pueblo de San Esteban, que también fue declarado Bien de Interés Cultural en 2013, con casas de piedra de tejados de pizarra, que tuvo tiempos mejores no solo por habitantes sino también por su importancia en la zona, se encuentra el mirador con las impresionantes vistas sobre el río Navia y pequeños pueblos como el de San Esteban, por el que también merece la pena recorrer sus angostas calles.
4. La playa de Frexulfe (Navia)
Declarada monumento natural, la playa de Frexulfe tiene una longitud de 700 metros y su arena es de un inusual color tostado que recuerda, sobre todo, en sus atardeceres, a otras latitudes más tropicales. Cercana a la villa marinera de Puerto de Vega, está bordeada por una senda costera y tiene una gran zona arbolada de pinos que fija un sistema dunar.
Es una playa de gran belleza, pero fuerte oleaje, por lo que el baño está recomendado en su extremo oriental, en la zona en la que desemboca un arroyo. Tiene todos los servicios y, ojo, porque el aparcamiento no está permitido en el camino asfaltado que lleva a la playa. Al estar enclavada en una zona considerada monumento natural, se debe extremar el cuidado del entorno. Las dunas, en este sentido, están pobladas de diferentes especies naturales protegidas o en peligro de extinción.
5. El cementerio de Luarca
La visita a la villa marinera de Luarca tiene que incluir su cementerio, de mano, por su privilegiada situación en la Atalaya, en la que también se encuentra la ermita del mismo nombre, un faro construido en 1862 y los restos de la muralla defensiva del siglo XVI. El camposanto de Luarca aparece siempre en los listados del turismo de cementerios y es uno de los más antiguos de la costa Cantábrica. Está considerado uno de los más bellos de España, data de 1813 y, gracias a los acantilados en los que se enclava, las vistas son realmente excepcionales.
Entre sus panteones modernistas, grandes estatuas religiosas y lápidas, se encuentra la tumba del insigne vecino de Luarca Severo Ochoa, premio Nobel de Medicina. A pocos kilómetros de Luarca, hay otro cementerio menos conocido en el que se enterraron a cientos de soldados de Marruecos que combatieron contra la República durante la batalla de El Escamplero, en la ofensiva a Oviedo. Se le conoce como el cementerio moro de Barcia y, desde 2012, forma parte del Inventario del Patrimonio Cultural de Asturias.