Hoy nos vamos a buscar ballenas

VIAJES

MILA MÉNDEZ

Crece el turismo interesado en el avistamiento de cetáceos y aves marinas en aguas gallegas

03 may 2019 . Actualizado a las 15:35 h.

Se calcula que solo conocemos el 5 % de los océanos. El gran azul o «the big blue», como lo describe el naturalista británico sir David Attenborough, es el gran desconocido de un planeta llamado Tierra. El sueño romántico de Isidro Mariño recuerda un poco al del francés Jacques Cousteau. El capitán gallego colgó el oficio de marinero para ser explorador de los mares. A bordo del Chasula, y con la colaboración de la empresa Bluscus, lleva embarcado desde el 2011 en un proyecto turístico del que también enfatiza su faceta divulgadora. «Facemos seguimentos das aves e dos mamíferos mariños que nos atopamos. Algo no que Galicia ía moi atrasada. Cada vez dámonos máis de conta da diversidade de fauna que habita nas nosas augas», comenta Isidro mientras maneja el timón. A los pasajeros -como máximo pueden ir doce, «defendemos (puntualiza Isidro) o turismo sustentable»- les entrega un listado de las 52 especies de aves que pueden otear, de las 7 de mamíferos marinos que pueden avistar y de los grandes peces con los que se pueden cruzar. «É para que tomen nota», aclara.

El Chasula tiene su puerto de atraque en O Grove y desde allí parte para las excursiones pelágicas y ornitológicas que realiza dentro y fuera de la ría de Arousa. «Saímos polo sur da ría, percorremos unhas doce millas, chegamos ata un beiril, o punto onde a placa se volve máis profunda -unha zona moi rica porque aí prodúcense afloramentos-, navegamos en paralelo á costa ata pasar Sagres, no arquipélago de Sálvora, e en Corrubedo volvemos entrar polo norte da ría», detalla sobre un mapa Fernando, el segundo de a bordo del Chasula. 

Expediciones con sorpresa

«¿Veremos ballenas?», pregunta alguno. «Unha vez cruzámonos cun grupo de catro rorcuais, pero iso non é o habitual», apunta nada más zarpar Isidro. Uno de los atractivos de estos viajes es que el contenido nunca está escrito sobre un guion. «A ver o que nos atopamos», repiten. Desde el 2013, recuerda Isidro Mariño, Intramar, su empresa con el Chasula, «conta co pulo que nos deu o Parque Nacional das Illas Atlánticas e a Consellería de Medio Ambiente para estas rutas marítimas». Estas excursiones, incipientes, «buscan contribuír á conservación e posta en valor dos recursos naturais», explica Isidro. Están orientados a aficionados, escolares y cualquier persona interesada en conocer su medio. En alta mar se ven cámaras dotadas con potentes teleobjetivos. «Fun a Noruega, e tamén a América do Sur, para ver paxaros», admite con una sonrisa José Luis Lorenzo, más conocido como Colón. «Ver un gran cetáceo impresiona, pero observar un paxaro que, posiblemente, só verás unha vez na vida tamén te fai sentir algo especial», confiesa. Un grupo de delfines comunes despierta las primeras exclamaciones entre los presentes. Nadan un buen rato pegados a la proa. «Ao principio viñan sobre todo afeccionados de fóra, agora comeza a vir xente de aquí, e iso é moi bo. O que máis nos anima», desvela Mariño. De pronto, un aviso para que aminore. «Que hai?», «Plástico, o que máis hai é plástico», dice crítico su ayudante. Rescata del mar una plancha blanca de medio metro de largo que sube al barco.

Cormoranes, biluricos, ostreros, garcetas, chorlitos grises o alcatraces acompañan el viaje. «Desde a costa tamén os podes ver cuns prismáticos ou cun bo obxectivo, pero é distinto. Sempre están lonxe. Aquí hai outra adrenalina. Unha vez escoitei o soprido dunha balea», relata Colón. Xurxo Piñeiro apunta todos los pájaros que ve. Es guía especializado en ornitología. «Gústame levar un rexistro para ver cómo evolucionan estas observacións».

Un biólogo marino del Cemma, la Coordinadora para o Estudo dos Mamíferos Mariños, completa el grupo. A él, además de al mar, es a quien se dirigen todas las miradas en el momento estelar de la expedición. Un gran chorro rectilíneo emerge del Atlántico, en la cara exterior de Sálvora. «¡Ballenas!», comienzan a gritar emocionados. El gran lomo amarmolado del animal más grande de los océanos sobresale del agua. «¡Son dos, hay dos chorros!», claman. «Tivemos a sorte de ver tres baleas. Só podemos confirmar que dúas son azuis. Unha parecía un adulto e outra un xuvenil. Sabémolo polo tamaño e o tipo de sopro que fan; pola coloración clariña e xaspeada; e tamén pola forma da aleta dorsal», describe un emocionado Pablo Covelo, del Cemma. El viaje no ha podido tener mejor final. «Mágico», definen todos. Nunca vieron algo así. Un avistamiento histórico que solo da ganas de repetir.