El norte, la brisa y el verde son la mejores alternativas para escapar de los termómetros disparados
07 ago 2018 . Actualizado a las 18:05 h.De tanto implorar la llegada del buen tiempo, al cielo parece habérsele antojado una revancha. El mapa de las temperaturas en Galicia de aquí al domingo obligará a buscar sombra incluso a los lagartos. El interior, sobre todo el de Ourense, y el sur de Pontevedra son las zonas donde se alcanzarán las temperaturas más altas. Tendrán alerta naranja mañana. El aviso será amarillo este jueves en el resto de la comunidad, a excepción del litoral noroeste y de A Mariña, que se libran. «La recomendación es acercarse lo máximo posible a la costa y, a poder ser, a la costa norte, donde el nordés ayudará a aliviar la sensación térmica», apunta el divulgador meteorológico Xavier Fonseca. La llegada masiva de bañistas a las playas de las zonas más concurridas, las Rías Baixas a la cabeza, pronostican atascos, problemas para aparcar y muchos agobios.
Ante esta ola de calor, la recomendación para no renunciar al fresco y al relax apunta en dirección norte. Las playas, senderos y paseos de A Mariña, Ferrolterra y el resto de la costa ártabra son un plan perfecto para una escapada. Rincones menos masificados y donde el airecillo estará asegurado. «Esto dependerá de la intensidad de la masa de aire africano -advierte Xavier Fonseca-. Puede que incluso en el norte haga mucho calor, al menos, mucho más del que están acostumbrados». Playas como la de Esteiro, en Mañón, con pinar y chiringuito incluidos, o la de Abrela, en O Vicedo, garantizan sombra.
Para los que prefieren rodearse de espacios umbrosos, los bosques atlánticos gallegos son la alternativa. Desde las Fragas do Eume, a la de Catasós, en Lalín, pasando por el Refugio de Verdes, en Coristanco. Si a los árboles se le añade el frescor de un río, la propuesta incluso mejora. El Sor, a su paso por localidades como O Vicedo y Mañón, guarda rincones todavía poco conocidos. Como la cascada de Augacaída o Ponte Segade. Sus áreas recreativas permiten saborear un pícnic sin torrarse al sol.
En la Costa da Morte el viajero aún se puede encontrar con calas casi vírgenes. Aquí no habrá ni colas ni discusiones por aparcar. La playa de Gures, en Cee, la de Corveiro, en Fisterra, son dos de ellas. Y, por último, también están las piscinas naturales que brindan las playas fluviales o las pozas. Las hay en toda la comunidad, solo es cuestión de interesarse y buscarlas. El agua dulce de sus torrentes es el mejor refrigerio.
Descalzos por el parque
A Fervenza (O Corgo)
Caminar al son del Miño, pisando la hierba fresca y a lo largo de un bosque con cientos de verdes. El paraíso no está en Phuket.
El refugio está en el norte
Acantilados de A Capelada (Cedeira)
Desde Ares hasta A Mariña hay variedad de senderos y paseos litorales para respirar la brisa del mar.
Baños de bosque
En Japón los prescriben los médicos. Los bosques atlánticos son el cobijo perfecto.
Calas en la Costa da Morte
Playa de Gures (Cee)
Arenales idílicos donde el viento no será un problema estos días, más bien, un alivio. Sin aglomeraciones, con pinares y con sombra.
Arena de rivera
Playa fluvial de Goián (Tomiño)
Si no hay mar, o no apetece pasarse horas buscando aparcamiento, las playas de río ofrecen agua dulce que refresca más que ninguna.
Piscinas naturales
Caldeiras do Castro (Muxía)
Galicia es la tierra de los mil ríos y también de las pozas. Algunas ya empiezan a masificarse, otras guardan aún su esencia.
Paseos «a la fresca»
Pazo de Santa Cruz de Rivadulla (Vedra)
Caminar a la sombra de un olivar de premio -los que cosechó este de Vedra- tiene precio, pero es asequible y abre todos los días.
Embalses
Parque Náutico de Castrelo de Miño
Ourense no tiene playa pero sí embalses dotados con las instalaciones de los mejores arenales. Chapuzones que saben a gloria.
Alta montaña
Devesa da Rogueira (O Courel)
Para los que tiran al monte y a lo umbroso, O Courel es un destino perfecto. En esta fraga hay senderos ya marcados.
Huertos refrigerantes
Jardín de la Saleta (Meis)
Un plan para mayores y pequeños. Dejarse embargar por los colores y los olores de las plantas y flores con visitas guiadas.