Seis cosas que debes saber si viajas a Galicia
Comentamos media docena de curiosidades que debes saber si viajas a tierra gallega para que no te cojan desprevenido
Como la mayoría de los territorios, Galicia cuenta con una serie de particularidades que no está de más recordar para todos los turistas, peregrinos, deportistas y aventurerosque acuden a visitar esta tierra. Nuestro entorno natural, nuestras costumbres y el propio carácter de los gallegos pueden confundir a aquellos que vienen y desconocen algunos de esos detalles que para nosotros son el pan de cada día.
Comentamos pues seis cosas que debes saber si viajas a Galicia para que no te cojan desprevenido. Tal vez ya seas conocedor de alguna de ellas; en caso contrario, no está de más recordar unas cuantas de las características de nuestra amada tierra.
1 Las mareas
Para algunos de nosotros la convivencia con el océano Atlántico es tan natural que a menudo tendemos a pensar que las subidas y bajadas de las mareas son igual en todas partes. Lo cierto es que, cada verano, cuando viene algún foráneo es fácil adivinar que no es de estos lares por la cercanía en la que sitúa su toalla y la sombrilla de la orilla del mar, y luego se va de paseo por la playa, o se queda dormido y acaba pasado por agua? salada.
Si no eres del norte de la Península, habitúate a escuchar algo que comprenderás muy bien una vez hayas visto al océano comerse una playa: «¿La marea está subiendo o bajando?». Esa cuestión nos la preguntamos frecuentemente los gallegos. De hecho, hay calas y pequeños arenales que, antes de decidir ir a ellos, es aconsejable consultar la tabla de mareas. Y si hablamos de las mareas lagarteiras, ya no digamos. Las playas en Galicia también están vivas.
2 Tapas y raciones
En Galicia nos encanta comer. No es de extrañar si tenemos en cuenta que los productosde su mar y de su tierra son excelentes, y a poco que uno se esmere en la cocina constituyen auténticos manjares. Pero no solo eso, sino que también nos gusta comer en abundancia. Desde las madres gallegas que llenan el plato y cocinan para tres como si fuéramos ocho, hasta el tamaño de las tapas y las raciones en muchos locales, hay que reconocer que los gallegos somos de fartura.
Un buen consejo cuando vayas a algún mesón o local es que eches un vistazo a tu alrededor y observes los platos y las fuentes, o preguntes directamente a los camareros cómo es el tamaño de las tapas y las raciones, antes de que tú y tus acompañantes empecéis a pedir un par de raciones variadas por cabeza. No es exageración. Comer en Galicia es otro de esos placeres que nadie puede perderse. Y jamás faltará el pan.
3 Las pistas
Si vienes a Galicia y vas a moverte en automóvil, debes saber que hay lugares increíbles y turísticos imprescindibles a los que tendrás que llegar por pistas: esas carreteras sin pintar, estrechas, sinuosas y, con frecuencia, con las cunetas sin limpiar, en las que algunos disfrutan conduciendo y otros aborrecen hacerlo. Si vas a recorrer de verdad esta tierra en coche, te vas a encontrar con algunas de ellas seguro. Y también has de saber que la señalización no siempre es del todo buena.
4 Las horas de luz
Si en invierno se nota un poco, en verano lo notarás muchísmo. En Galicia vas a poder aprovechar las horas del día más de lo que te imaginas, ya que la hora oficial se sitúa más de dos horas y media por delante de la hora solar durante el estío. Mientras que aquí la noche de San Juan el sol se pone alrededor de las 22:18, en Barcelona lo hace a las 21:29, casi una hora antes; así que disfrutarás hasta el último minuto de luz.
5 La distribución territorial
Las direcciones en la comunidad gallega suelen desconcertar a los que las desconocen, sobre todo, las de las zonas rurales. No solo tenemos que señalar la calle, el municipio (concello) y la provincia, sino que nos encontramos con comarcas, aldeas, lugares y parroquias, en numerosos sitios. Sin olvidar, por supuesto, el código postal.
Dar una dirección de estas a un extranjero es toda una curiosidad. Así las cosas, la distribución territorial de Galicia, que a los gallegos nos parece tan natural, suele confundir a la mayoría de los foráneos.
6 Cómo llegar
Ya que hablamos de direcciones, también hemos de admitir con humor que muchos gallegos tenemos una costumbre en la que reparamos únicamente cuando alguien de fuera nos habla de ella: somos muy particulares para dar las indicaciones sobre cómo llegar a los sitios cuando nos preguntan. Eso sí, con toda la amabilidad del mundo.
Confesémoslo. Es habitual que, en el instante en que el turista se acerca y pregunta sobre cómo llegar a un hotel o a la oficina de turismo, señalemos al frente, dedo índice al aire, y digamos: «¿Ve aquel edificio naranja? Vale, pues ese no es. En la siguiente calle, ¿un edificio azul? No, ese tampoco es, es el de enfrente». Y es que es frecuente que expliquemos algo en función de lo que no es, así que podemos resultar algo confusos. Jamás pienses que se están burlando de ti.
Además de ello, también es habitual encontrarse con el turista extranjero que pregunta a qué distancia se encuentra determinado lugar, y al que uno contesta con toda la buena intención: «A diez minutos andando». Y entonces el viajero te observa detenidamente en silencio durante unos segundos, sonríe y apuntilla: «¿Podrías decírmelo en metros o en cuadras? Es que aquí todos habláis en minutos y no todos tenemos esas piernas largas». Por mi parte, desde entonces, procuro expresar las distancias en metros y en manzanas.
Comentarios