Los últimos rincones del mundo sin explorar

Parece increíble que existan montañas cuya cima no se ha escalado, pero así es. Entre Tibet y Bután, se alza Gangkar Puensun. A mediados de los años ochenta del siglo XX, un grupo de escaladores británicos intentó alcanzar su cumbre, pero gran parte de los miembros enfermaron y se vieron obligados a retornar.

En 1994, las autoridades de Bután prohibieron escalar a más de 6.000 metros de altura, por creencias religiosas, pues se considera que las montañas están habitadas por espíritus. En 2003, la restricción se amplió y el gobierno prohibió por completo el montañismo en el país. Con sus 7.570 metros, Gangkar Puensun es una de las montañas más altas del mundo que todavía permanece sin coronar.

El archipiélago Andaman, en el océano Índico, aglutina alrededor de doscientas islas, entre las cuales encontramos una del tamaño de Manhattan que todavía permanece inexplorada: la isla Sentinel del Norte (North Sentinel Island). Curiosamente, se calcula que cuenta con una población de entre cincuenta y cuatrocientos habitantes, que se resiste absolutamente a la presencia de extranjeros.

En el Atlántico Sur se localiza la isla Bouvet, un territorio perteneciente a Noruega. Situada a mil seiscientos kilómetros al norte de la Antártida, permanece, en su mayoría, sin explorar, por las dificultades que supone alcanzar sus costas. Julio Verne la llamó «la isla del fin del mundo», y en la actualidad sigue siendo el punto de tierra firme más aislado del planeta.

El pantano de Atrato, en la cuenca del río Atrato, se ubica al noroeste de Colombia. Este gran humedal, plagado de insectos, no cuenta con vías de comunicación para llegar a él, lo que lo ha mantenido aislado del resto del mundo, salvo por los indios Chocó, únicos habitantes de la zona. 

Dice la leyenda que los antepasados de los indios Chocó construyeron aquí, en el siglo XVII, un canal que conecta el océano Atlántico con el Pacífico a través de los ríos: el canal de Raspadura.

El lugar más profundo del planeta es la fosa de las Marianas, en el océano Pacífico. A finales del siglo XIX, la fragata de la Marina Real Británica Challenger visitó e hizo las primeras mediciones en la zona, por lo que posteriormente se le daría el nombre de abismo Challenger a su punto más profundo. Se calcula que la profundidad del abismo es de 10.924 metros, así que el monte Everest podría sumergirse en él por completo.

El cineasta James Cameron descendió hasta los 10.898 metros de profundidad en el año 2012, convirtiéndose en la primera persona en descender en solitario al punto más bajo de la Tierra.

A medida que el calentamiento global avanza y se derriten los hielos del Polo, reaparecen islas escondidas debajo de ellos. En la costa oriental de Groenlandia, el explorador Dennis Schmitt descubrió Uunartoq Qeqertoq en el año 2005. El nombre con el que la bautizó significa «isla templada».

En la depresión de Afar, en Etiopía, en la cordillera Erta Ale, se encuentra el Dallol, un cráter volcánico (en gran parte desconocido) en el que las temperaturas superan los 45º y en el aire se respiran gases tóxicos que hacen imposible la vida en el entorno. La única zona explorada muestra imágenes de un lugar que parece de otro planeta.

Existe una montaña sagrada en Nepal, en los Annapurna, conocida como Machapuchare o La Espina de Pescado. Fue escalada en 1957 por Wilfrid Noyce y A.D.M. Cox, aunque no pudieron completar el ascenso. Las autoridades solicitaron a los exploradores que no siguieran subiendo, ya que se trata de un lugar sagrado en cuya cima se cree que habita el dios Shivá. Ellos aceptaron la petición, y desde aquella se prohibió el acceso a todos los escaladores. Oficialmente, nadie ha tocado la cima de esta montaña.

En el macizo de Arabika, en los montes de Gagra (Georgia), se adentra la cueva de Voronia: la cueva conocida más profunda del planeta, que se cree que alcanza los 2.700 metros de profundidad. A lo largo del siglo XX diversas exploraciones fueron aumentando el récord de inmersión en sus profundidades, aunque todavía no se haya llegado al fondo de la misma. En el año 2010, se descubrió en ella, a 1.980 metros, el animal encontrado a una mayor profundidad terrestre: el Plutomurus ortobalaganensis.

En el año 2013, el equipo del aventurero español Jesús Calleja intentó un descenso de 2.080 metros, que hubo que abandonar a causa de graves dificultades. Alcanzaron los 1.637 metros y lograron salir de allí con vida.

Parece increíble que existan montañas cuya cima no se ha escalado, pero así es. Entre Tibet y Bután, se alza Gangkar Puensun. A mediados de los años ochenta del siglo XX, un grupo de escaladores británicos intentó alcanzar su cumbre, pero gran parte de los miembros enfermaron y se vieron obligados a retornar.

En 1994, las autoridades de Bután prohibieron escalar a más de 6.000 metros de altura, por creencias religiosas, pues se considera que las montañas están habitadas por espíritus. En 2003, la restricción se amplió y el gobierno prohibió por completo el montañismo en el país. Con sus 7.570 metros, Gangkar Puensun es una de las montañas más altas del mundo que todavía permanece sin coronar.

El archipiélago Andaman, en el océano Índico, aglutina alrededor de doscientas islas, entre las cuales encontramos una del tamaño de Manhattan que todavía permanece inexplorada: la isla Sentinel del Norte (North Sentinel Island). Curiosamente, se calcula que cuenta con una población de entre cincuenta y cuatrocientos habitantes, que se resiste absolutamente a la presencia de extranjeros.

En el Atlántico Sur se localiza la isla Bouvet, un territorio perteneciente a Noruega. Situada a mil seiscientos kilómetros al norte de la Antártida, permanece, en su mayoría, sin explorar, por las dificultades que supone alcanzar sus costas. Julio Verne la llamó «la isla del fin del mundo», y en la actualidad sigue siendo el punto de tierra firme más aislado del planeta.

El pantano de Atrato, en la cuenca del río Atrato, se ubica al noroeste de Colombia. Este gran humedal, plagado de insectos, no cuenta con vías de comunicación para llegar a él, lo que lo ha mantenido aislado del resto del mundo, salvo por los indios Chocó, únicos habitantes de la zona. 

Dice la leyenda que los antepasados de los indios Chocó construyeron aquí, en el siglo XVII, un canal que conecta el océano Atlántico con el Pacífico a través de los ríos: el canal de Raspadura.

El lugar más profundo del planeta es la fosa de las Marianas, en el océano Pacífico. A finales del siglo XIX, la fragata de la Marina Real Británica Challenger visitó e hizo las primeras mediciones en la zona, por lo que posteriormente se le daría el nombre de abismo Challenger a su punto más profundo. Se calcula que la profundidad del abismo es de unos 10.924 metros, así que el monte Everest podría sumergirse en él por completo.

El cineasta James Cameron descendió hasta los 10.898 metros de profundidad en el año 2012, convirtiéndose en la primera persona en descender en solitario al punto más bajo de la Tierra.

A medida que el calentamiento global avanza y se derriten los hielos del Polo, reaparecen islas escondidas debajo de ellos. En la costa oriental de Groenlandia, el explorador Dennis Schmitt descubrió Uunartoq Qeqertoq en el año 2005. El nombre con el que la bautizó significa «isla templada».

En la depresión de Afar, en Etiopía, en la cordillera Erta Ale, se encuentra el Dallol, un cráter volcánico -en gran parte desconocido- en el que las temperaturas superan los 45º y en el aire se respiran gases tóxicos que hacen imposible la vida en el entorno. La única zona explorada muestra imágenes de un lugar que parece de otro planeta.

Existe una montaña sagrada en Nepal, en los Annapurna, conocida como Machapuchare o La Espina de Pescado. Fue escalada en 1957 por Wilfrid Noyce y A.D.M. Cox, aunque no pudieron completar el ascenso. Las autoridades solicitaron a los exploradores que no siguieran subiendo, ya que se trata de un lugar sagrado en cuya cima se cree que habita el dios Shivá. Ellos aceptaron la petición, y desde aquella se prohibió el acceso a todos los escaladores. Oficialmente, nadie ha tocado la cima de esta montaña.

En el macizo de Arabika, en los montes de Gagra (Georgia), se adentra la cueva de Voronia: la cueva conocida más profunda del planeta, que se cree que alcanza los 2.700 metros de profundidad. A lo largo del siglo XX diversas exploraciones fueron aumentando el récord de inmersión en sus profundidades, aunque todavía no se haya llegado al fondo de la misma. En el año 2010, se descubrió en ella, a 1.980 metros, el animal encontrado a una mayor profundidad terrestre: el Plutomurus ortobalaganensis.

En el año 2013, el equipo del aventurero español Jesús Calleja intentó un descenso de 2.080 metros, que hubo que abandonar a causa de graves dificultades. Alcanzaron los 1.637 metros y lograron salir de allí con vida.