Bailes del mundo que son Patrimonio de la Humanidad

El merengue fue inscrito en 2016 en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, y se considera una característica fundamental de la identidad nacional dominicana. Tanto es así que cada 26 de noviembre se celebra el Día Nacional del Merengue, instaurado por decreto en 2005.

El merengue, que se baila en pareja, con coqueteos y movimientos sensuales, al ritmo de una música interpretada por acordeones, tambores, saxofones y otros instrumentos, tuvo su origen al norte de la República Dominicana, y su influencia se extendió a parte del Caribe, Puerto Rico, Estados Unidos, Colombia y Venezuela. Ahora, ya se baila en todo el mundo.

Al igual que el merengue, la rumba cubana se incluyó en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad en el año 2016. Este baile nació en los barrios marginales de La Habana y Matanzas, así como en los puertos y poblados. Su popularidad se vio acrecentada por las comunidades de esclavos que se asentaban en las zonas rurales. Su ejecución comprende cantos, bailes y movimientos, acompañados por el ritmo inconfundible de los instrumentos de percusión.

La samba de roda combina música, baile y poesía. El baile agrupa a la gente en distintas celebraciones, como fiestas católicas populares o cultos afrobrasileños. Todos se organizan en un círculo llamado roda. Generalmente bailan solo las mujeres, mientras el resto de bailarines cantan y dan palmadas a su alrededor. Los movimientos más representativos de esta samba son la umbigada (movimiento de ombligo) y el miudinho.

Tiene su origen en el siglo XVII en el estado de Bahía, cerca de Recôncavo, como resultado de la fusión cultural de los esclavos africanos y la cultura portuguesa. Se inscribió en 2008 en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

El tango nació en la zona del Río de la Plata, protagonizado por las clases populares de Buenos Aires y Montevideo. Este lugar, caracterizado por la emigración europea, los esclavos africanos y los criollos, se enriqueció con todo tipo de costumbres de diversas culturas. El baile, conocido y disfrutado internacionalmente, está presente en las celebraciones del patrimonio nacional, tanto en Argentina como en Uruguay, y fue inscrito en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad en 2009.

En el barrio sur de Montevideo y en los barrios uruguayos de Palermo y Cordón, los días festivos suenan los tambores a ritmo de candombe, a punto de empezar el desfile. El cortejo se encabeza por comparsas, que son los intérpretes más prestigiosos tocando el tambor, los tamborileros, bailarines y espectadores. Fue inscrito en 2009 en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

La danza, la música vocal y la interpretación instrumental, también llamados baile, cante y toque, dan lugar al flamenco. Es Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad desde el año 2010, y la cuna de su nacimiento se encuentra en Andalucía, Murcia y Extremadura.

La técnica del baile flamenco es compleja, y su interpretación difiere si es obra de un hombre o una mujer. Mientras ellos lo bailan con fuerza y firmeza, ellas ejecutan movimientos de mayor sensualidad. La guitarra, por su parte, ha adquirido tal importancia que ha abandonado esa función secundaria de acompañamiento que, en origen, tenía. La transmisión de este arte se realiza a través de dinastías, familias, peñas y asociaciones, preservando y difundiendo su existencia.

La tumba francesa es un tipo de baile, canto y percusión que los esclavos de Haití llevaron a Cuba cuando fueron trasladados a este país a finales del siglo XVIII. Esta danza fusiona la música de Dahomey, procedente de África occidental, con los bailes tradicionales franceses.

Las actuaciones comienzan con el composé, un solo interpretado por el cantante principal. Después de su señal, comienza a sonar el catá, un idófono de madera al que acompaña el ritmo de tres tambores llamados tumbas. Los bailarines y coros son, en su mayoría, mujeres. En la actualidad se interpretan dos estilos de tumba francesa: el masón y el yubá. Desde 2008, forma parte de la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

Cada año tienen lugar alrededor de mil fest-noz, fiestas en la que se ejecutan las danzas tradicionales de Bretaña. Son numerosos y multitudinarios estos eventos en los que participan músicos, cantantes y bailarines, tanto bretones como de otras culturas. Desde el 2012, forma parte de la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

El origen del nongak se encuentra en las tradiciones rurales de la República de Corea. Cuenta con música interpretada por percusionistas, danzas, procesiones, cortejos, actuaciones teatrales, acrobacia y malabarismos, y su celebración tenía como finalidad apaciguar a los dioses, ahuyentar a los espíritus malignos y favorecer las buenas cosechas. Desde el 2014, forma parte de la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

Durante las celebraciones familiares, nacionales y religiosas, en la comunidad hiyazí de Arabia Saudita, se representa el almezmar. Participan entre 15 y 100 bailarines, colocados en dos filas frente a frente, vestidos con túnicas blancas y portando palos. Ha sido recientemente inscrito en el año 2016 en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

Se considera el lakalaka la danza nacional de Tonga, archipiélago del Pacífico Sur, al noroeste de Nueva Zelanda. Este espectáculo combina bailes, oratoria, polifonía instrumental y vocal, y siempre se ejecuta en las celebraciones y eventos importantes.

En tongano, lakalaka significa «dar pasos rápidos o prudentes» y sus inicios se remontan al siglo XIX. Se baila en dos grupos, de hombres y mujeres, que suman centenares de bailarines. Fue inscrito en 2008 en Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

Este es un baile que simula las faenas de trasplante del arroz que realizan los habitantes de Akiu, al norte de Japón. El Akiu no taue odori se ejecuta desde finales del siglo XVII, en los festivales que se organizan en primavera y otoño.

Esta danza tradicional la protagonizan diez bailarinas con hermosos y vistosos kimonos, acompañadas de dos a cuatro bailarines. La tradición dice que realizar este baile asegura una buena cosecha, por más que ahora se interprete para mantener viva la cultura popular y ancestral del país. En el año 2009, la UNESCO lo incluyó en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.