La Mochila Roja

Las islas de los gatos

Viajes

SILVIA PATO

Existe en Japón una docena de islas en las que los gatos, en estado semisalvaje, campan a sus anchas, y que se han convertido en focos de atracción turística. Estas son algunas que debes visitar si te encantan los mininos

25 Jul 2018. Actualizado a las 13:54 h.

En la cultura japonesa, los gatos son portadores de la buena suerte. Cuenta la leyenda que, hace varios siglos, un pobre sacerdote vivía con su gato (neko) en un templo cercano a Tokyo. Un día, en medio de una tormenta, un viajero se refugió bajo un árbol al lado de su casa. Al verle, el gato, desde la ventana, comenzó a mover su pata hacia delante y hacia atrás repetidamente, y el hombre, intrigado, se acercó. En ese momento, un rayo cayó sobre el lugar en el que estaba. Después de salvar la vida gracias al animal, recompensó al sacerdote. Ese es el origen de la figura gatuna que tantas veces hemos visto en establecimientos comerciales y que agita su pata continuamente: el Maneki Neko.

Con este antecedente no es de extrañar que, en Japón, exista alrededor de una docena de islas en las que los gatos, en estado semisalvaje, campen a sus anchas. Hasta tal punto ha trascendido su presencia que muchas son auténticos focos de atracción turística. Estas son algunas que debes visitar si te encantan los mininos.

Aoshima

Aoshima, ubicada en el mar interior de Seto, es una de las islas gatunas más famosas, pues los más de ciento cincuenta gatos que la habitan superan con creces el número de humanos, que no llega a la veintena. Sus habitantes, dedicados a la pesca, trajeron los primeros gatos para acabar con los ratones que aparecían en sus barcos. Al final, terminaron formando toda una colonia y ocupando las casas abandonadas, en esta isla de 1,7 kilómetros de largo.

Tashirojima

La historia sobre cómo la isla Tashirojima, de la prefectura de Miyagi, se ha convertido en un territorio gatuno se inicia cuando hace mucho tiempo atrás se introdujeron algunos ejemplares en la isla para acabar con una plaga de ratones, frecuente en un lugar en el que la actividad principal era la cría de gusanos de seda. Los felinos comenzaron a multiplicarse, la industria cerró y sus gentes empezaron a emigrar. En la actualidad, la mayoría de la población se dedica al sector pesquero.

Curiosamente, a medida que el número de habitantes descendía, el excelente trato que se les dedicaba a los gatos aumentaba. Así, de contar con mil residentes, Tashirojima pasó a no tener más de un centenar, que trata a los mininos como auténticos reyes. No es de extrañar si tenemos en cuenta que su presencia ha convertido a la isla en un gran foco de atracción para los turistas.

 Incluso se construyó un templo dedicado a los gatos, Neko-jinja, en la zona más alta del territorio. Dice la leyenda que, un día, cuando estaban los pescadores preparando sus redes, una piedra cayó sobre una gata y la mató. Ellos recogieron el cuerpo, lo enterraron y levantaron este pequeño santuario en su honor.

Los perros están terminantemente prohibidos en este lugar, así como las bañeras para gatos, e incluso hay un área llamada isla del Manga (Manga Island), con edificios para recibir a los visitantes, diseñados por el considerado rey del manga Shotaro Ishinomori.

Ainoshima

En la prefectura de Fukuoka, se encuentra la isla Ainoshima. Con una población que ronda los quinientos habitantes, cuenta con una colonia formada por un centenar de gatos. Este lugar se hizo famoso hace unos pocos años cuando comenzaron a difundirse por Internet numerosas fotografías de sus rincones plagados de estos animales. En la actualidad, muchos turistas acuden a visitarla. Es fácil fotografiar a un montón de mininos en el puerto esperando que llegue algún pesquero.

Yushima

En la isla de Yushima, prefectura de Kumamoto, sus habitantes han descubierto el gran atractivo que supone para los turistas la presencia de sus adorados gatos, por lo que están teniendo especial cuidado con su colonia gatuna. Esperan así que sus doscientos felinos aumenten el atractivo turístico del entorno, donde parece que ya hay más mininos que vecinos.

Algunas de estas islas, como es el caso de Tashirojima, son conocidas como Cat Heaven Island, auténticos paraísos para estos animales que han terminado por hacer suyos pequeños territorios sin que existan problemas de convivencia con los humanos, más bien al contrario. El turismo que han propiciado ha ayudado a que algunos de estos lugares, en los que la población estaba envejecida, resurjan gracias a ellos.

 

 

 


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